Diarreas de transición: causas y soluciones
Las diarreas son uno de los problemas más habituales en la cría de cerdos. Se dan en todas las edades, desde lechones hasta reproductoras, pero es quizás en el destete donde se muestran con mayor gravedad de repercusiones. Entender porqué se producen en esta fase es el primer paso para tomar medidas de prevención. Pero este conocimiento también sienta la base de cómo gestionar los brotes cuando aparecen.
El destete es una etapa crucial para el lechón. Es la fase en que se le somete a un estrés más intenso por gran cantidad de cambios:
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se le separa de su madre
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se le mezcla con otros lechones que no conoce
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se le cambia el alimento
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se le cambia la estabulación (con transporte incluido)
Todos estos cambios se producen a una edad muy temprana, en un organismo que no ha ni mucho menos terminado de madurar. Es normal que con ello se resienta su respuesta inmune y se observen signos de enfermedad.
El problema más habitual a esta edad son las diarreas, las cuales suelen aparecen a los 3-7 días post-destete. Y entre los agentes infecciosos implicados más habitualmente se encuentran Rotavirus, Salmonella, coccidios y E. coli. Es esta última bacteria una de las implicadas que con más frecuencia se documenta (Fairbrother et al., 2005). Es más, a pesar de no ser siempre una bacteria la causa principal, la disbiosis asociada a la diarrea acaba desequilibrando la flora intestinal, por lo que suele hacerse necesaria alguna medida drástica que corte el problema.
A todo ganadero le gusta guiar un destete en que los cerdos estén activos y se observe como ganan tamaño día a día. Buenos pesos e índices de conversión y pocas bajas es lo deseable. Pero esto no es una casualidad, depende de lo que se invierta para que pase. Obviamente la situación es mucha consecuencia de los meses anteriores, del manejo y la sanidad en la granja de reproductoras, incluso de las condiciones del transporte. Pero ya desde antes que lleguen los animales hay mucho que depende de la granja de destete.
Si lo que queremos es que no se produzca estrés en los animales, es minimizándolo como primero hay que actuar. Estudios daneses de instalaciones ideales sugieren grupos de 20-25 lechones y cuadras con relación 2:1 de longitud:anchura (Pedersen, 2009). El hecho que la temperatura sea de 30ºC a la recepción y disminuya progresivamente hasta 20ºC a la salida condiciona una buena calefacción y aislamiento, además de un sistema de ventilación que asegure una adecuada renovación de aire sin corrientes desagradables.
Como en todas las fases del ciclo es necesario el manejo todo dentro/todo fuera. Esto implica limpiar y desinfectar bien entre lotes. Pero para realmente minimizar el estrés las cuadras deben estar secas, aireadas y calientes a la llegada. Los animales deben sentirse lo más confortables posible desde el primer momento. No se puede estar lavando un extremo de la nave y metiendo los lechones por el otro.
Igual de importante es facilitar la familiarización de los animales con las instalaciones, que identifiquen fácilmente cuáles son los puntos de comida y bebida. Cómo hacerlo dependerá de las instalaciones. Si algo hay que evitar son sorpresas desagradables: como que el agua tenga mal sabor por restos de agentes limpiantes, que esta esté a temperaturas excesivamente altas o bajas, que haya pienso que no sea fresco en los comederos...
El pienso de esta primera edad no es precisamente barato. Hay que asegurar que esté a libre disposición, pero que tampoco se desperdicie. El pienso que permanece demasiado tiempo en el comedero se acaba estropeando y allí se queda si el hambre no les obliga a comérselo. Podemos pensar que al final es pienso, pero probablemente con grasas ya enranciadas por el calor y el oxígeno, y con su estado sanitario bastante comprometido por el juego de los animales. Así puede ser bastante contraproducente inducir a los animales para que se lo coman. Además, el pienso estropeado fomenta que también se estropee el nuevo con el que se mezcla.
De la misma forma que se comprueba periódicamente que los bebederos fluyan correctamente, hay que retirar los restos de pienso estropeado. Y para evitar que este se acumule, los repartos deben ser frecuentes y en cantidades que se adecuen a la demanda creciente de los animales. No debe sobrar en el comedero cuando llega el nuevo reparto, pero los comederos no deben estar vacíos entre repartos. Estos controles frecuentes ayudan también a la detección precoz de problemas sanitarios, pues es con contactos frecuentes cuando se detectan.
Aun con todo es posible y probable que tengamos algún caso de diarrea. Será el estrés del animal, el alimento, el intercambio de microbiotas entre camadas mezcladas... Es todo ello en proporciones variables en cada caso, pero al final el enemigo es un agente infeccioso que si no se maneja de forma adecuada acabará dañando al animal. El veterinario analizará la granja y su manejo y podrá identificar la raíz principal del problema: malas prácticas de limpieza, deficiente atención de los animales, problemas en su origen, mala regulación de las condiciones de la sala...
Corregir la causa servirá para que no vuelva a pasar, pero también hay que gestionar la situación concreta y lo primero es contener la potencial epidemia, sacar la/s fuente/s de diarrea del grupo. Hay que apartar los enfermos, y si el historial de la granja lo indica iniciar un tratamiento de metafilaxis para que el brote no vaya a más. No puede obviarse que si se resienten los pesos al final del destete, se resentirá los resultados del engorde.
Entre los antibióticos sugeridos por Friendship (2000) para el tratamiento de diarreas por E. coli se cuentan apramicina, ceftiofur, gentamicina, neomicina, sulfamidas potenciadas y enrofloxacina. La preparación farmacéutica dependerá del caso: desde inyecciones para los casos clínicos individuales, hasta premezclas o preparaciones para solución oral para el tratamiento metafiláctico de todo el rebaño. Qué se aplica en cada caso depende de la logística, la mano de obra y de las mismas instalaciones.
La selección del principio activo la hará el veterinario en consideración del historial clínico de la explotación y las pruebas que estime necesarias. En cualquier caso, los antibióticos de escasa absorción intestinal, como es el caso de neomicina, parecen más interesantes por centrar su actividad dónde se encuentra el problema: en la luz intestinal. Además, al no absorberse se reduce al máximo los riesgos de residuos en canal y despojos.
La fluidoterapia de soporte es necesaria cuando los animales sufren deshidratación. El aporte de azúcar y electrolitos les ayudará a superar el episodio, especialmente cuando podemos valernos de una breve parada en la alimentación para ayudar a cortar la diarrea.
Bibliografía
Fairbrother, J. M., Nadeau, E. & Gyles C. L. Escherichia coli in post weaning diarrhea in pigs: an update on bacterial types, pathogenesis and prevention strategies. Anim. Health. Res. Rev., 6, 17–39, (2005).
Pedersen, B. K. Dimension and design of the weaner unit. Consultado en: https://www.pig333.com/what_the_experts_say/dimension-and-design-of-the-weaner-unit_1839/ (2009).
Friendship, R. M. Antimicrobial drug use in swine. In: Prescott, J. F., Baggot, J. D., Walker, R. D. Antimicrobial Therapy in Veterinary Medicine. Ed. Iowa State Univ Press, 3rd edition, 602–616, (2000).