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Problemas respiratorios en engorde y sus herramientas de control

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La patología respiratoria, típica del tramo final del ciclo, requiere de un abordaje global, que implique todas las herramientas: higiene, bioseguridad, vacunas y antibióticos.

Los problemas respiratorios en porcino son de especial gravedad por el coste que suponen a la producción. Básicamente producen un frenazo en el engorde: reducción de la velocidad de crecimiento, empeoramiento de los índices de conversión e incremento de la mortalidad.

No son problemas espectaculares como las diarreas en parideras, pero si muy costosos por dos motivos. El primero es que pueden llegar a afectar hasta el 70% del grupo. Y el segundo responde a que aunque la mortalidad no aumente demasiado, si que es bastante costosa. Pues los episodios suelen darse unos dos meses después del traslado al engorde, cuando ya llevamos mucho invertido en los animales, pues nos encontramos en el tramo final del ciclo productivo.

La respiratorio se trata de una patología multifactorial en cuanto a sus causas. Como implicados tenemos virus (PRRSV, PCV2, Influenza, Coronavirus), bacterias (Mycoplasma, Pasteurella, Haemophilus, Actinobacillus, Bordetella, Streptococcus) y sobre todo factores ambientales y de manejo.

El sistema productivo actual condiciona que las visitas veterinarias al engorde sirvan solamente como apagafuegos. No existe terapia efectiva frente a virus, más allá de programas de vacunación que controlen sus efectos en el rebaño. Y de nada sirve corregir problemas de corrientes de aire, excesivas oscilaciones térmicas o mala calidad del aire por incorrectas densidades de estabulación cuando ya tenemos pulmones neumónicos. Llegado el punto lo único que puede hacerse es medicar el agua y pinchar a los más graves para limitar el efecto de infecciones bacterianas. Es algo insuficiente para eliminar el problema, pero necesario para limitar las pérdidas.

Son múltiples los microorganismos asociados a problemas respiratorios en porcino. Entre ellos se listan miembros de la familia Pasteurellaceae, como: Pasteurella multocida, Actinobacillus pleuropneumoniae y Haemophilus parasuis. Pero también Streptococcus suis es otro patógeno respiratorio mayor en cerdos, que además de neumonía también puede causar meningitis, artritis, peri y endocarditis, poliserositis, septicemia, abortos y muerte súbita (El Garcha et al., 2016).

Es el ganadero el primer centinela que puede detectar la aparición de los primeros signos, y así poner en marcha la respuesta al brote que debe ser cuanto más inmediata mejor. Pero, como con cualquier problema lo mejor es no tenerlo. Las medidas más eficaces son las preventivas, las cuales dependerán de cada situación. En cualquier caso, debe considerarse siempre la relación coste beneficio de las medidas para ver su viabilidad.

Por lo que se refiere a PRRSV y PCV2, Niederwerder et al. (2016) mediante el estudio de co-infecciones experimentales han confirmado la importancia de la carga vírica en la gravedad de los problemas clínicos. Esto apuntaría a la necesidad de programas vacunales eficaces cuando estas enfermedades víricas no están estabilizadas. Del mismo modo observaron diferencias en el microbioma fecal asociados a distintos grados de gravedad del cuadro clínico. En términos generales, una menor diversidad de la flora fecal se asoció a mayores problemas. Aunque el estudio de correlaciones entre esta menor diversidad de la microflora con los tratamientos con antibióticos de los casos clínicos no mostró ninguna tendencia.

Es más Chae (2016) presentó una revisión de la interacciones entre PRRSV, PCV2 y Mycoplasma hyopneumoniae y sus vacunas, tres de los patógenos principales ligados al complejo respiratorio porcino. Apuntando la complejidad de la situación, se observa como PRRSV y Mycoplasma potencian las lesiones de PCV2, pero también las vacunas contra PRRSV y Mycoplasma pueden disparar la viremia de PCV2, independientemente de los efectos producidos por el mismo PRRSV o Mycoplasma. De aquí se desprende la complejidad de desarrollo de un programa vacunal eficaz cuando los tres problemas convergen en la granja. Tambié, Yu et al. (2012) apunta como las co-infecciones de PRRSV y Haemophilus parasuis aceleran la progresión de las infecciones por Haemophilus. Para Haemophilus parasuis también existe una amplia variedad de oferta de vacunas, con sus pros y sus contras (Liu et al., 2016).

En el caso Actinobacillus, Stygar et al. (2016) valoraron distintos escenarios (alta y baja incidencia de APP) y el efecto de distintas medidas combinadas (limpieza, vacunación y antibioterapia), concluyendo que:

  • limpiar de forma ineficiente puede suponer un sobrecoste de hasta 20 EUR por plaza

  • limpiar bien con una buena vacunación es mejor que solo limpiar cuando el problema de APP es grave y la vacuna es al menos medianamente eficaz

  • vacunar no es interesante cuando el problema de APP es bajo

  • limpiar bien y medicar es más interesante que limpiar bien y vacunar cuando el problema es grave y la vacuna es de eficacia moderada o inferior

En cuanto a la eficacia de los antibióticos las conclusiones del informe del VetPath (El Garcha et al., 2016) apuntan como se mantiene la susceptibilidad de P. multocida, A. pleuropneumoniae, H. parasuis, B. bronchiseptica y S. suis frente a la mayoría de compuestos valorados. Sólo tetraciclinas y sulfamida+trimetoprim muestran algún problema de resistencias en Europa, especialmente la última combinación. Bajo esta consideración conviene apuntar las recomendaciones generales de una antibioterapia responsable: su aplicación únicamente bajo prescripción veterinaria para el tratamiento de problemas clínicos y una política ordenada de rotación de principios que limite la aparición de resistencias, en consideración con el historial de tratamientos en la granja y su eficacia observada.

El pinchado diario de aquellos animales que muestren signos de enfermedad, aunque costoso en términos de trabajo, es preceptivo para evitar el empeoramiento de su estado clínico y la escalada de casos en el rebaño. Elegir aquellos antibióticos con mejor difusión pulmonar y menor probabilidad de resistencias es clave. Beta-lactámicos, como amoxicilina y cefalosporinas consiguen concentraciones relativamente buenas en la mucosa pulmonar, pues tienden a permanecer fuera de las células. Otras opciones inyectables son tilosina, quinolonas y fenicoles. Las tetraciclinas, aun con buena distribución cuentan con el inconveniente de una mayor incidencia de resistencias.

Por patógenos, el control de Mycoplasma es complejo y las resistencias son frecuentes. Actinobacillus en cambio, mantiene la susceptibilidad a la mayoría de principios, mientras que los Streptococcus empiezan a mostrar resistencias y Haemophilus se encuentra en un punto intermedio entre estos dos. Por su lado, Pasteurella puede presentar resistencias a penicilinas y tetraciclinas pero en general mantiene su susceptibilidad a fenicoles, enrofloxacinas y cefalosporinas (Burch et al., 2008).

En conclusión, es básico implementar una buena política de bioseguridad que refuerce la importancia de una limpieza eficaz y la estricta observancia del todo dentro todo fuera. En la medida de lo posible deben evitarse movimientos innecesarios de animales y las mezclas de orígenes. Igualmente se deben observar las mejores prácticas de manejo y una correcta estabulación que evite estrés innecesario a los animales. Los programas vacunales, por la complejidad de las interacciones y su coste, deben ser estudiados minuciosamente para cada situación concreta. Y cuando todo falle solo podemos valernos de tratamientos antibióticos para minimizar las pérdidas.

 

Bibliografía

El Garcha, F., de Jong, A., Simjee, S., Moyaert, H., Klein, U., Ludwig, C., Marion, H., Haag-Diergarten, S., Richard-Mazet, A., Thomas, V. & Siegwart, E. Monitoring of antimicrobial susceptibility of respiratory tract pathogens isolated from diseased cattle and pigs across Europe, 2009–2012: VetPath results. Vet. Microbiol. 194, 11–22, (2016).

Niederwerder, M. C., Jaing, C. J., Thissen, J. B., Giselle, A. G., McLoughlin, K. S. & Rowland, R. R. R. Microbiome associations in pigs with the best and worst clinical outcomes following co-infection with porcine reproductive and repiratory syndrome virus (PRRSV) and porcine circovirus type 2 (PCV2). Vet. Microbiol. 188, 1–11, (2016).

Chae, C. Porcine respiratory disease complex: Interaction of vaccination and porcine circovirus type 2, porcine reproductive and respiratory syndrome virus, and Mycoplasma hyopneumoniae. The Veterinary Journal. 212, 1–6, (2016).

Yu, J., Wu, J., Zhang, Y., Guo, L., Cong, X., Du, Y., Li, J., Sun, W., Shi, J., Peng, J., Yin, F., Wang, D., Zhao, P. & Wang, J. Concurrent highly pathogenic porcine reproductive and respiratory syndrome virus infection accelerates Haemophilus parasuis infection in conventional pigs. Veterinary Microbiology. 158, 316–321, (2012).

Liu, H., Xue, Q., Zeng, Q. & Zhao, Z. Haemophilus parasuis vaccines. Veterinary Immunology and Immunopathology. 180, 53–58, (2016).

Stygar, A. H., Niemi, J. K., Oliviero, C., Laurila, T. & Heinonen, M. Economic value of mitigating Actinobacillus pleuropneumoniae infections in pig fattening herds. Agricultural Systems. 144, 113–121, (2016).

Burch, D. G. S., Oliver Duran C. & Aarestrup, F. M. Guidelines for antimicrobial use in swine. In: Guardabassi, L., Jensen, L. B. & Kruse, H. Guide to antimicrobial use in animal. Blackwell Publishing, Ltd, Oxford, UK, 102–125, (2009).

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